CINCO REINADOS QUE CUENTAN CÓMO CAMBIA LA CIUDAD Y LA MONARQUÍA

La historiadora María José Zaparaín y el coleccionista Carlos Sainz Varona repasan con imágenes y documentos las visitas que realizaron a Burgos Fernando VII, Isabel II, Amadeo de Saboya, Alfonso XII y Alfonso XIII entre 1808 y 1931

Diario de Burgos - 17/12/2014

 

En 123 años, entre el final del Antiguo Régimen y la antesala de la II República, la forma de concebir la monarquía y de recibir a los reyes en sus visitas a la ciudad supone una evolución que va pareja a los cambios que vive la propia provincia a lo largo de más de un siglo. Aunque la parafernalia decorativa o los protocolos fuesen más o menos parecidos, el paso del tiempo fue variando la estética y el significado. Por ejemplo, en una de las primeras visitas del rey absolutista Fernando VII accedió a la ciudad en una carroza tirada ¡por hombres!; su bisnieto Alfonso XIII lo hizo conduciendo su propio automóvil. A medida que esas costumbres cambian, lo hace también la fisonomía de la provincia y la «filosofía» de sus habitantes.

La historiadora María José Zaparaín y el coleccionista Carlos Sainz Varona han investigado y documentado las visitas realizadas a la provincia por cinco monarcas, consortes e hijos: Fernando VII, Isabel II, Amadeo de Saboya, Alfonso XII y Alfonso XIII. A lo largo de más de 300 páginas y 270 imágenes (de las que más de la mitad son inéditas), el libro ‘Visitas reales a Burgos (1808-1931)’ detalla el sentimiento de los ciudadanos, la imagen que se transmite de los recibimientos y lo que acontece con cada rey o reina que pone sus pies en la provincia (Burgos, Aranda, Roa, Silos, Miranda o Covarrubias) ya sea como visita oficial o como punto estratégico de paso a otros destinos.

Ninguno nació ni se casó aquí -como pasó con otros reyes, infantes y reinas pasados-, pero acudieron en momentos relevantes para la historia de la provincia. Por ejemplo, Amadeo de Saboya coloca la primera piedra del Palacio de Justicia en 1872. El accidente ferroviario ocurrido en Quintanilleja en 1891, en el que murieron 15 personas y hubo una treintena de heridos, motivó la visita de María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII, con sus hijos en agradecimiento a cómo se había comportado la ciudad con los heridos. El eclipse de sol de 1905 fue un acontecimiento que contó con la presencia de Alfonso XIII. Y las celebraciones del séptimo centenario de la Catedral y el traslado de los restos del Cid y doña Jimena estuvo presidido en 1921 por el mismo monarca que, nueve años más tarde inauguraba la Barriada Militar.

Visita de Alfonso XIII

Visita de Alfonso XIII

«Es difícil elegir la más importante porque las hay muy significativas. Cuando viene Isabel II en 1845, que es muy jovencita y acaba de ser nombrada reina, es el inicio de una nueva época. Con Alfonso XII ocurre algo parecido; después de la I República es nombrado rey a finales de 1874 y llega a la ciudad en los primeros meses de 1875. Y las de Alfonso XIII son en su mayoría muy notables porque están ligadas a acontecimientos importantes», sostiene María José Zaparaín.

Según pasan los años ni los tiempos son los mismos, ni lo son los monarcas o los ciudadanos. Por eso en el libro se da cuenta también del cambio en las actitudes con respecto a la monarquía. «Siempre se les trata con una gran deferencia y se considera un honor que vengan, pero las situaciones van cambiando desde el que era un rey totalitario, al que nada se le podía negar, hasta tratar con cierta ‘familiaridad’ a los monarcas. En la última visita de Alfonso XIII, en 1930 para inaugurar la Barriada Militar, el ambiente está enrarecido, es una época compleja porque en pocos meses llegará la II República».

Ilustrado con grabados y, a partir de Isabel II también con fotografías, ‘Visitas reales a Burgos (1808-1931)’ ha echado mano de fondos particulares (el 85% de las imágenes son de Sainz Varona) y archivos como el de Palacio Real, Archivo Municipal, Diputación, monasterio de Silos y la Azucarera de Miranda.

 
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