TODAS LAS VIDAS DEL MUSEO DE BURGOS |
La Casa de Miranda, principal edificio del Museo de Burgos, ha sobrevivido desde el siglo XVI a todo tipo de usos y avatares. Ahora está acechado por las goteras, pero ya se salvó de ser desmantelado y vendido a los americanos Diario de Burgos - 08/12/2014
La Casa de Miranda, el edificio principal del Museo de Burgos, tiene casi quinientos años de vida. Su vetusta estructura lo recuerda muy a menudo: no cesa de mostrar achaques indicativos de esa longevidad y, en los últimos tiempos, de una falta de atención en cuestión de mantenimiento, situación que tiene a sus responsables en un ¡ay! permanente. Pero este hermoso palacio renacentista ha demostrado, en su casi medio millar de años, un carácter de superviviente que para sí quisieran otros inmuebles, si quiera los que todavía se hallan en mantillas y creen que la existencia es eterna. Un sencillo repaso a su biografía permite comprobar esta realidad.
Por esa misma época, en la primera década del siglo XX, el dueño del inmueble, llamado, Hermenegildo Barbero, decidió poner a la venta el palacio. El Ayuntamiento de Burgos mostró su interés ofreciendo por él 75.000 pesetas mientras se pensaba en su uso ulterior: orfanato, archivo militar, escuela municipal... Pero irrumpió en escena Lucien L’hotel, ciudadano francés intermediario de William Randolph Hearst, todopoderoso magnate norteamericano y febril coleccionista de arte. Barbero negoció con él y llegaron a un acuerdo: el propietario cobraría 60.000 pesetas por el patio, que sería desmontado y trasladado al extranjero. Pero el acuerdo vio la luz y puso en alerta a los burgaleses: las autoridades pusieron rápidamente en conocimiento del Ministerio de Instrucción Pública el caso y lo denunció en los tribunales. La primera resolución judicial fue favorable, pero la segunda dio la razón a propietario y comprador, así que se recurrió al Tribunal Constitucional. El fallo se produjo en 1914 y fue contrario a los intereses de Burgos, pero ese mismo año la Casa Miranda fue declarada Monumento Nacional. La hábil jugada (no podía salir del país un bien así declarado) encolerizó a Hearst, que llegó a presionar al gobierno español a través del embajador de España en Estados Unidos, quien advirtió a sus jefes: «Puede hacer tanto daño a España en la prensa, que si es posible conservar su amistad, creo que sería muy político el hacerlo». Finalmente no hubo nada. En 1934 el Ayuntamiento compró la Casa Miranda por 187.220 pesetas para cederlo más tarde al Estado, que lo rehabilitó. En 1955 se convirtió en la sede de lo que hoy es el Museo de Burgos. No han cesado los problemas desde entonces, ahora con goteras que amenazan las cubiertas. Pero la Casa de Miranda es una superviviente. Ojalá mantenga ese espíritu durante muchos siglos más. |
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