Un conjunto de mausoleos fechados entre los siglos XV y XVI nos sirve para enlazar la fase final del estilo gótico con las primeras manifestaciones renacentistas. En primer lugar, procedente del monasterio de Fresdelval, hemos de destacar el sepulcro de don Juan de Padilla, paje de la reina Isabel la Católica, que murió en la Guerra de Granada en 1491. Muy relacionado estructural y estilísticamente con el del infante don Alfonso de la Cartuja de Miraflores, este sepulcro de alabastro consta de un gran arco apuntado, dispuesto entre pilares adosados, que cobija el arca sepulcral y la escultura orante de don Juan, ejecutada con gran maestría. La decoración combina las tracerías tardogóticas con relieves y esculturas de caracteres ya renacentistas. Se trata de una de las obras maestras que Gil de Siloé realiza en Burgos a lo largo del último tercio del siglo XV. También procede del monasterio de Fresdelval el gran sepulcro doble de alabastro de don Gómez Manrique y su esposa, doña Sancha de Rojas, fundadores del mismo. Desgraciadamente, el arca sepulcral se conserva incompleta, ya que faltan las figuras exentas de las hornacinas. Este mausoleo está considerado como una obra de mediados del siglo XV realizada por algún maestro borgoñón. Por último, tenemos el sepulcro de doña María Manuel, madre del famoso obispo don Luis de Acuña, que procede del desaparecido convento franciscano de San Esteban de los Olmos. El arca, de piedra caliza, está decorada con una Piedad (cabecera), un Calvario (pies), las imágenes de San Antonio de Padua, San Esteban y San Bernardino de Siena (lateral derecho) y la Estigmatización de San Francisco y los escudos de los Manuel y los Girón (lateral izquierdo). La figura yacente, de alabastro, viste de gala y lleva el cordón franciscano. Este sepulcro está atribuido a Simón de Colonia y fue realizado entre los siglos XV y XVI. Seguidamente tenemos que destacar dos magníficos retablos que corresponden a épocas distintas. El primero, procedente del antiguo monasterio de San Pedro de Tejada, es un retablo de tablas pintadas dedicado a San Pedro. Se compone de dos cuerpos divididos en cinco calles. En el cuerpo inferior aparecen, en los laterales, los apóstoles y, en el centro, un Cristo de Piedad. En el cuerpo superior se representan “La misa de San Gregorio”, “La detención de San Pedro”, “La resurrección de un joven por San Pedro” y los obispos San Ambrosio y San Agustín. En la calle central se dispone la escultura en bulto del santo titular. Las pinturas, fechadas hacia 1503-1506, son obra de Fray Alonso de Zamora, también conocido como Maestro de Oña. El segundo retablo, situado frente al sepulcro de doña María Manuel, está dedicado a la Asunción de la Virgen y procede del desaparecido monasterio cisterciense de Santa María la Real de Vileña. Es obra del escultor burgalés Pedro López de Gámiz y está datado en el año 1581. La Asunción aparece flanqueada por las imágenes de San Benito y San Bernardo, mientras que, en el ático, se representa una Piedad. La magnífica puerta de madera de estilo mudéjar que se expone en esta planta, fechada entre los siglos XV y XVI, daba acceso a la Sala de Poridad del Arco de Santa María. Tiene decoradas las dos caras. En la externa aparece una estrella central con lacerías entre las que se intercalan flores, aves y escudos de Castilla y León. En la cara interna se representa un gran salvaje. Conectando con la muestra de pintura sobre tabla de la primera planta, podemos contemplar, justo antes de subir, dos obras dedicadas a los martirios de San Lorenzo atribuidas al denominado Maestro de Budapest, activo en Burgos en la segunda mitad del siglo XV. En ellas se representa al santo sufriendo el martirio de los hierros y el martirio de la parrilla.
PLANTA PRIMERA En la primera planta de la Casa de Íñigo Angulo se puede ver una interesante muestra de pintura sobre tabla de escuela castellana y flamenca. De maestros burgaleses están consideradas las dos pinturas procedentes de la iglesia de San Miguel de Hontoria de la Cantera: “La procesión del toro en el monte Gargano” y “La Virgen de la leche”. De escuela castellana son “San Roque con el ángel” y “El martirio de San Erasmo”, una tabla con doble escena, y “La decapitación de San Juan Bautista”. De Pedro Berruguete se considera “La misa de San Gregorio”, obra procedente de Cogollos. Y, finalmente, de talleres flamencos son “La Piedad”, atribuida al taller de Rogier van der Weyden, y “El Cristo de las lágrimas”, pintado por el holandés Jan Mostaert. La gran escultura de piedra caliza policromada que se expone a continuación representa a Santa María la Mayor, patrona de la ciudad de Burgos. La obra, de un estilo muy flamenco, fue realizada probablemente por Gil de Siloé a finales del siglo XV para adornar la fachada del Arco de Santa María. De gran importancia por su rareza y estado de conservación es el conjunto de ocho pinturas sobre tela de sarga dedicadas a la Pasión de Jesucristo procedentes del monasterio de San Salvador de Oña. Fueron pintadas por Fray Alonso de Zamora hacia 1500-1510 y constituyen un valioso documento para el estudio de la vestimenta y el armamento de la época. También hay que destacar el conjunto de paneles de nogal totalmente dorados decorados con relieves de la vida de la Virgen y de la Pasión de Jesucristo procedentes del convento de Nuestra Señora de la Merced de Burgos, que formaban parte de un gran retablo realizado por el escultor Gregorio Pardo (?-h.1557). Finalmente, merece la pena fijarse en el Niño Jesús de mármol blanco procedente del desaparecido convento de San Pablo de la capital burgalesa. El Niño Jesús aparece aquí caracterizado con el canon clásico de un joven efebo. Es obra del escultor florentino Michelangelo Naccherino (1550-1622) y nos sirve para enlazar con el estilo barroco. |
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