ROMÁNICO

En la zona del Museo de Burgos dedicada al estilo románico debemos detenernos en primer lugar, dada su excepcional importancia dentro de la orfebrería románica, ante la Urna o Frontal de Silos. Realizada hacia 1165-1170, esta impresionante pieza, que revistió el sepulcro de Santo Domingo de Silos, es, sin duda, la obra maestra de la esmaltería silense. De forma rectangular, está compuesta por tablas de roble cubiertas por placas de cobre dorado y esmaltado con la técnica champlevé. La gama cromática del esmalte es de gran riqueza, destacando la diversidad de tonalidades azules y verdes y la ausencia del color amarillo.

En el centro de la pieza, dentro de una mandorla y rodeada por el tetramorfos, aparece la Maiestas Domini, Cristo en actitud triunfante. A los lados, bajo arquerías coronadas por estructuras arquitectónicas que simulan una ciudad celestial, se disponen los apóstoles. Sus ropajes muestran una rica policromía y sus cabezas fueron fundidas a la cera perdida. Hay que apreciar la gran variedad de posiciones, rasgos y peinados. Las arquerías apoyan en columnitas magistralmente labradas con motivos geométricos y vegetales y multitud de seres fantásticos.

Una amplia orla en la que se alternan cabujones con pequeñas placas esmaltadas que incluyen parejas de animales fabulosos dispuestos simétricamente sirve para encuadrar el conjunto. En la parte inferior de la pieza se recortan nueve arquillos peraltados en los que destaca el ajedrezado de las enjutas.

Otra de las singulares piezas procedentes del monasterio de Santo Domingo de Silos es una arqueta formada por una serie de placas de marfil decoradas con motivos cinegéticos, atauriques y animales afrontados dispuestos en bandas horizontales. Esta decoración constituye uno de los mejores ejemplos de la influencia oriental en el arte hispanomusulmán. En lo que queda de la pestaña de la tapa se conserva una inscripción en caracteres cúficos que indica que esta pieza fue realizada en los talleres de Cuenca por Muhammad ibn Zayan en el año 1026. Posteriormente, en el siglo XII, se le añadieron en los talleres del propio monasterio dos placas de cobre doradas y esmaltadas en las que se representa, en la de la tapa, el Agnus Dei y, en la de uno de sus laterales, a Santo Domingo de Silos entre dos ángeles. Y es que, posiblemente, esta arqueta guardó las reliquias del santo.

De los talleres cordobeses de Medina Azahara es el estuche de marfil del siglo X realizado sobre un trozo de colmillo que se abre longitudinalmente por la mitad. En su interior se disponen cinco oquedades en cada lado, decorándose los espacios libres con atauriques. En los extremos se conserva parte de una inscripción cúfica que alude a su propietaria, una hija de Abderramán III. Según la tradición, este estuche fue entregado al monasterio de Santo Domingo de Silos por el conde Fernán González junto con la arqueta de marfil y esmaltes como ofrenda del botín conseguido en la batalla de Osma (939).

Realizada en los talleres de Limoges hacia 1225-1235 y procedente del monasterio de San Pedro de Arlanza se expone en depósito en el Museo de Burgos la famosa Virgen de las Batallas, que fue adquirida en el año 1998 por el Museo del Prado. Según cuenta la leyenda, Fernán González la llevaba en el arnés del caballo al campo de batalla para asegurarse la protección, pero la realidad es que se trata de una obra del siglo XIII y el conde castellano vivió en el siglo X.

Esta pieza, en la que ya se pueden apreciar claras influencias góticas, está elaborada con placas de bronce sobredorado adornadas con esmaltes y aplicaciones de piedras semipreciosas. Reproduce el modelo iconográfico de Virgen como Sedes Sapientiae o Trono de Sabiduría: aparece sentada en un trono en posición mayestática sosteniendo al Niño. Éste lleva en su mano izquierda el Libro de la Vida, mientras bendice con la derecha. En los laterales del trono, sobre un fondo esmaltado en azul, están grabadas las figuras del arcángel San Gabriel y de la Virgen. En la parte trasera se abre una oquedad que servía para guardar las sagradas formas o alguna reliquia.

En esta zona también se expone un interesante conjunto de elementos arquitectónicos románicos procedentes de diversos monumentos de la provincia. Por su gran calidad artística, merecen una especial atención el capitel y cimacio con motivos vegetales del monasterio de San Pedro de Arlanza y los capiteles con animales fantásticos de la desaparecida iglesia de Santa María Magdalena de Tardajos.

Por último, hay que detenerse a contemplar otra de las emblemáticas piezas de este museo: La Tizona. Se trata de una de las espadas más célebres de Rodrigo Díaz de Vivar (1043-1099), más conocido como El Cid Campeador. Fue adquirida en el año 2007 por la Junta de Castilla y León y la Cámara de Comercio e Industria de Burgos y depositada en el Museo de Burgos. Mide 78,5 centímetros de largo por 4,5 de ancho. Según los últimos estudios realizados, la hoja, de gran calidad, es contemporánea de El Cid, mientras que la empuñadura original fue sustituida por otra renacentista en la época de los Reyes Católicos. La hoja lleva inscritas las siguientes leyendas: AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINVS TECVM e IO SOI TISONA FVE FECHA EN LA ERA DE MILE QVARENTA. Teniendo en cuenta que se refiere a la era hispánica, que comienza en el 38 a.C., correspondería con el año 1002 de nuestra era.

Frontal de Silos (hacia 1165-1170) Arqueta de marfil y esmaltes (1026) Estuche de marfil (siglo X)
     
     
     
Virgen de las Batallas (hacia 1225-1235) Capitel románico (siglo XII) TIZONA (siglo XI)

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