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PALEOCRISTIANISMO Los hallazgos cristianos de época romana más importantes de la provincia de Burgos son los sarcófagos del denominado “taller de La Bureba”, fechados a mediados del siglo IV, que se caracterizan por presentar una decoración figurada de factura rústica inspirada en el Antiguo y Nuevo Testamento. Tradicionalmente se conocen tres ejemplares, todos ellos localizados en el Museo de Burgos, pero más tarde se han identificado otras piezas, como las del Museo Frederic Marès de Barcelona. La pieza más importante del conjunto que se exhibe en el Museo de Burgos es el sarcófago de Quintanabureba. Tiene representaciones figurativas en sus cuatro lados, enmarcándose arriba y abajo con unas sencillas molduras y con vides en los extremos. Ocupa el centro de uno de los lados mayores el relieve del Buen Pastor, mientras que en los extremos se representa a Moisés recibiendo la Ley de Dios y el sacrificio de Isaac. El otro lado mayor es el más interesante desde un punto de vista iconográfico. En él aparecen tres escenas ambientadas en un paisaje en el que destacan palmeras y liebres. El centro está ocupado por una escena que ha sido interpretada como la visión de Santa Perpetua. Hay un personaje a cada lado de una escalera, en cuyos peldaños se disponen cuchillos que dificultan el ascenso. Perpetua se encuentra a la derecha dispuesta a subir, mientras al otro lado aparece su compañero, Saturus, que ha subido ya indemne. En los extremos se representan escenas apócrifas de la vida de San José. Del bastón de José sale una paloma que se posa en su cabeza indicando ser el elegido como padre putativo de Jesús. Este tema casa perfectamente con el de los lados menores del sarcófago, donde se narra el anuncio del arcángel Gabriel a la Virgen María. Sigue en interés el sarcófago de Poza de la Sal. Material, talla, estilo, composición y dimensiones concuerdan totalmente con la pieza anterior, pero sólo conserva representaciones figurativas en una de sus caras mayores. En ella, tres figuras de pie tienden sus manos hacia un grupo situado a la izquierda del friso. Esta escena se ha interpretado como la adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús. A la derecha destacan una palmera, una liebre y una torre. Del sarcófago de Cameno sólo se conserva una parte de la cubierta. Es de doble vertiente y finaliza en un frontón triangular oblicuo. En una de las vertientes hay una crátera de la que salen unas frondas formando ondas, en cuyos campos libres se representan dos figuras. En la otra vertiente, también entre frondas, aparecen tres personajes con gorros altos triangulares y túnicas cortas. La lectura iconográfica más aceptada es la de los tres jóvenes judíos de Babilonia que rechazan adorar la imagen de Nabucodonosor; éste, furioso, ordena que sean arrojados a un horno, donde milagrosamente no son quemados por las llamas. En el frontón del extremo de esta tapa sepulcral aparece una curiosa figura de gran cabeza que sostiene con sus pequeños brazos una placa rectangular. Se ha apuntado la idea de que se trate del tema de la resurrección de Lázaro. Varias características de este conjunto de sarcófagos paleocristianos de La Bureba denotan una mezcla de influencias orientales y norteafricanas, como la tendencia a decorar los sarcófagos por sus cuatro caras (típica del mundo griego), los paisajes con palmeras y liebres, el tema iconográfico de la visión de Santa Perpetua (muy relacionada con Cartago)… En el Museo de Burgos también se expone una sencilla pieza paleocristiana procedente de Buniel. Se trata de un pequeño bloque de piedra de forma piramidal con base cuadrada de apenas 25 centímetros de altura. Sus caras están decoradas con representaciones simbólicas y alegóricas de carácter cristiano, así como con un texto epigráfico, todo ello enmarcado por una sencilla incisión. La factura es bastante ingenua. En la parte superior se representa un crismón flanqueado por las letras alfa y omega, mientras que en la inferior aparece la siguiente inscripción: SALVATOR FIDELES SEGNV(M). En cuanto a su cronología, podría datarse entre los siglos IV y V y, respecto a su función, bien pudiera tener un sentido funerario.
ÉPOCA VISIGODA Desde los primeros asentamientos visigodos de finales del siglo V hasta la invasión musulmana de la Península Ibérica (711-725) van a transcurrir más de 200 años en los que los germanos se fundirán en un único pueblo con los hispanorromanos. La cultura y civilización romanas no fueron interrumpidas por los recién llegados, pudiéndose afirmar que el mundo visigodo es una perfecta continuidad del mundo tardorromano. Esta población visigoda nos ha dejado en la provincia de Burgos huellas arqueológicas en lugares como Amaya, Barbadillo del Mercado, Castrillo del Val, Clunia, Hinojar del Rey, Mijangos, Quintanilla de las Viñas, Rupelo, San Millán de San Zadornil o Santo Domingo de Silos. En el Museo de Burgos, la cultura material de esta época está representada por piezas de uso personal, como los broches de cinturón de Amaya y La Vid o las hebillas y fíbulas de Briviesca, y objetos de uso ritual, como los osculatorios y vasos litúrgicos de Rupelo y Quintanilla de las Viñas. Especialmente notable es el anillo signatario de oro encontrado en Amaya. Presenta un chatón circular con tres pequeñas esferas a cada lado. En el centro aparece un ave y, a su alrededor, la leyenda + SABATAR.CE. En este panorama de simples huellas arqueológicas destaca de un modo extraordinario la ermita de Santa María, en Quintanilla de las Viñas. Se trata de una construcción visigoda del siglo VII de la que sólo se mantiene en pie una parte de la cabecera. Lo más relevante de ella son los relieves que decoran sus muros. De talla biselada a dos planos de poca altura, se distribuyen exteriormente en tres frisos corridos superpuestos que se organizan mediante la sucesión de círculos tangentes. El friso inferior se forma mediante roleos de zarcillos de vid, mientras que los roleos que constituyen los frisos intermedio y superior se configuran a través de una soga ondulante continua que se entrecruza. En el interior de los roleos del friso inferior aparecen racimos y hojas. Los del friso intermedio contienen una serie de aves alternando con viñas y otros arbustos, excepto en el muro oriental del ábside, donde unas rosáceas geométricas se combinan con monogramas. Por último, el friso superior, que sólo corre por parte del muro este de la cabecera, muestra en sus roleos una serie de animales cuadrúpedos. Esta interesante decoración de la ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas refleja cierto orientalismo tanto en la organización como en los motivos. En el interior del edificio llama poderosamente la atención la decoración de la rosca del magnífico arco triunfal, cubierta con unos roleos de vides que contienen racimos, hojas y aves. Como capiteles de dicho arco triunfal se disponen dos bloques cuyas caras anteriores muestran unas curiosas figuraciones antropomorfas del sol y de la luna. Procedentes de Quintanilla de las Viñas se exponen en el Museo de Burgos varios relieves decorados con roleos de hojas y racimos y un pie de altar de mármol blanco fechado en el siglo VII en cuyas caras se representan palmeras con dos racimos de dátiles colgando y una gran cruz patada con las letras alfa y omega. |
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