CELTIBERIZACIÓN | ROMANIZACIÓN | ÉPOCA TARDORROMANA | ÉPOCA VISIGODA |
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A través de la romanización, los pueblos indígenas hispanos fueron asumiendo paulatinamente los elementos culturales y materiales romanos dando origen a una nueva civilización, la hispanorromana. El proceso romanizador afectó a todo el territorio de la provincia de Burgos, constatándose principalmente en la aparición de nuevos productos materiales, la nueva ubicación de los poblados y el desarrollo de las vías de comunicación. Pueden seguirse varias etapas en el proceso romanizador de la provincia de Burgos. Durante un primer período, que parte de la primera mitad del siglo II a.C., la presencia de Roma se manifiesta casi exclusivamente bajo la forma militar. Es un período marcado por las Guerras Celtibéricas (155-133 a.C.). La cultura material celtibérica se encuentra en pleno auge. Sólo algunas formas cerámicas parecen imitar a otras romanas. Un segundo período está representado por la proyección hasta estas tierras de los efectos derivados de las Guerras Sertorianas (82-72 a.C.), que constituyen el punto clave del sometimiento de los pueblos indígenas meseteños. Tras ellas, algunos de los viejos núcleos de la provincia, como Roa, nunca llegaron a recuperarse y otros, como Castrojeriz, se trasladaron al llano. Aunque los hallazgos de objetos romanos en los yacimientos todavía son esporádicos, se aprecia ya una evolución de las viejas formas indígenas, especialmente en las cerámicas. Es a partir de las Guerras Cántabras (29-19 a.C.) cuando la presencia cultural romana se documenta abundantemente en los yacimientos burgaleses, detectándose una progresiva sustitución de la cultura material indígena por la romana. Pero donde más se evidencia la romanización es en la modificación de los tipos de hábitat. Surgen los grandes centros administrativos y comerciales (Clunia) y, en el espacio rural, las villae, que representan una nueva manera de explotación de la tierra.
CLUNIA El asentamiento romano más importante de la provincia de Burgos es la ciudad de Clunia, situada entre las localidades de Peñalba de Castro y Coruña del Conde. Clunia fue una de las ciudades más impresionantes de la Hispania romana y jugó un importante papel en la administración de esta parte de la provincia Citerior o Tarraconense. Las fuentes históricas y arqueológicas atestiguan la existencia de un asentamiento prerromano en esta misma zona, concretamente en el denominado Alto del Cuerno. Se trataría de la arévaca Kolounioku. Sin embargo, el emperador Tiberio (14-37 d.C.) fundó la ciudad romana en el Alto de Castro, muy cerca del asentamiento arévaco. Clunia tuvo diferentes rangos administrativos dentro del Imperio: nace en calidad de municipium con Tiberio, es cabeza de convento jurídico con Claudio (41-54 d.C.) y, finalmente, Galba (68-69 d.C.) la otorga la condición de colonia en reconocimiento a su apoyo durante la sublevación contra el emperador Nerón. Durante la rebelión, Galba, gobernador de Hispania, se refugia en Clunia. Allí recibe la noticia de la muerte del emperador y del nombramiento a su favor. A partir de este momento tenemos el nombre completo de la ciudad: COLONIA CLUNIA SULPICIA. Colonia por su condición jurídica, Clunia por su nombre prerromano y Sulpicia por el de la gens romana de Galba. Al ser la capital de uno de los siete conventos jurídicos en los que se dividía la administración de la provincia Citerior, a Clunia acudían todos los pueblos indígenas de su jurisdicción, lo que explica la magnitud de sus edificios públicos. En el centro de la meseta se encuentra el foro. Es una gran plaza rectangular de 160 metros de largo por 100 de ancho, lo que le convierte en uno de los foros romanos más grandes de Hispania. Tenía una fila de tabernae en cada lado, donde se situaba el mercado. En los extremos longitudinales del eje mayor había dos templos. Y, en el lado norte, destacaba la gran basílica jurídica, el tribunal de justicia. El teatro romano de Clunia es también uno de los más grandes de Hispania, con capacidad para alrededor de 10.000 espectadores. Fue construido a la manera griega, es decir, aprovechando una ladera del castro para tallar en ella las graderías media y superior. Se conserva el esqueleto de la gran fachada de la escena, que, como el resto del teatro, es de tipo arcaico. Hay dos grandes edificios de baños públicos en Clunia: Los Arcos I y Los Arcos II. En Los Arcos I se suceden, a cada lado de un eje de simetría, una palestra con pórtico de columnas y patio abierto; un apodyterium (sala preparatoria del baño) con bellos mosaicos geométricos policromos; un frigidarium (sala del baño frío); un tepidarium (sala del baño templado); y, finalmente, un único y amplio caldarium (sala del baño caliente), que rompe la simetría del conjunto. El edificio de Los Arcos II, en principio, presenta un esquema lineal en el que destaca un espléndido apodyterium octogonal, pero, al sur, aparece un pórtico que sugiere la posibilidad de que sea el centro de un gran conjunto desarrollado también siguiendo un esquema simétrico. La época más floreciente de la ciudad de Clunia corresponde a los dos primeros siglos de nuestra era, mientras que, en el siglo siguiente, se inicia su progresivo deterioro urbano y, aunque durante la época visigoda mantuvo cierta actividad, se abandona definitivamente, convirtiéndose en fértil cantera que suministraría de materiales constructivos a los nuevos asentamientos de su entorno, por lo que apenas se conservan restos arquitectónicos en ella. Los materiales arqueológicos procedentes de Clunia depositados en el Museo de Burgos corresponden a las excavaciones realizadas en los años treinta del pasado siglo. Se expone una amplia selección tanto de cerámica de influencia indígena como de terra sigillata, la típica cerámica romana. En un principio, en Clunia se aprecia gran abundancia de cerámica de tipo indígena, pero influenciada por las formas de las especies propiamente romanas. Así, podemos hablar de una cerámica indígena en su decoración, con motivos pintados geométricos, vegetales y animales, pero romana en sus formas. Este tipo de cerámica tuvo gran éxito, difundiéndose ampliamente. En la provincia de Burgos se encuentra en casi todos los yacimientos de la época. En cuanto a la terra sigillata de Clunia, de roja y brillante superficie y ya decorada a molde, es muy abundante, predominando abrumadoramente la hispánica. La rica y variada abundancia de formas y motivos decorativos hace suponer la existencia de importantes talleres en la ciudad. Entre las piezas escultóricas hay que destacar en primer lugar tres estelas funerarias. En dos de ellas aparece el motivo indígena del “jinete lancero”. Una es discoidal, con relieve muy plano y posiblemente anterior al siglo I a.C.; la otra es la estela de Segio Lougesterico, también con figura de jinete, pero ya con forma prismática y caracteres latinos. La tercera pieza de este magnífico conjunto de estelas clunienses es el gran cipo funerario dedicado a L. Valerio Marciano, que está decorado con rosáceas y un delfín con tridente. La escultura de bulto redondo de Clunia también está muy bien representada en el Museo de Burgos. Se exhiben, por ejemplo, una gran escultura de la diosa Isis, del siglo II y magníficamente conservada; el posible retrato en mármol blanco de Julia Augusta, hija del emperador Tito, en el que llama poderosamente la atención la meticulosidad del peinado que esta joven dama puso de moda; los torsos de Dionisios, Venus y Fauno; y, por último, una figura femenina tumbada que recuerda la clásica postura de las representaciones de Ariadna dormida y en la que destacan los finos y elegantes pliegues del vestido que envuelve el cuerpo. Por último, también proceden de Clunia los bellos fragmentos de friso pertenecientes a dos monumentos de carácter honorífico. El primer conjunto está compuesto por dos fragmentos decorados con roleos, cráteras y genios alados. El otro conjunto lo forman tres fragmentos decorados con los elementos militares característicos de los trofeos triunfales imperiales: armas, escudos, corazas, etc. Ambos conjuntos se pueden fechar hacia finales del siglo I.
OTROS YACIMIENTOS ROMANOS En el Museo de Burgos se muestra también una selección de materiales procedentes de otros yacimientos romanos de la provincia. Interesantes son, por ejemplo, los hallazgos de Briviesca, Los Balbases o Tardajos. De esta última localidad es el curioso balsamario de bronce que reproduce el busto de un efebo. Las estelas funerarias expuestas son de la zona de Lara de los Infantes. Por su tipología, técnica y decoración, están consideradas como un grupo único y diferenciado. Sus cabeceras aparecen decoradas con motivos geométricos y vegetales y escenas figuradas alusivas al banquete funerario, la caza, la guerra, los oficios, etc. Sasamón (Segisamo) es uno de los asentamientos romanos más famosos de la provincia de Burgos sobre todo por el hecho de que el emperador Augusto instaló en él su campamento para luchar contra los cántabros. Dentro de su material arqueológico destaca una tessera patronatus de bronce dedicada por un grupo de hombres libres y siervos a sus patronos en el año 239. También se exponen en esta zona un buen conjunto de aras votivas dedicadas a diferentes divinidades de rango menor y otros objetos interesantes, como una pequeña escultura del dios Mercurio hallada en Ubierna. Se trata de una figurilla en bronce de unos siete centímetros de altura realizada a molde y fechada en torno a la primera mitad del siglo II. Podemos apreciar cómo este Mercurio porta en la mano derecha un voluminoso marsupium o bolsa, atributo que lo relaciona directamente con su condición de dios protector del comercio, mientras que con la izquierda sujeta el caduceo característico. Finalmente, de Poza de la Sal proceden los restos de una gran escultura thoracata y las llamativas urnas en forma de casa (oikomorfas) con las que termina esta sección. Los fragmentos de escultura corresponderían a una estatua que representaría a la diosa Marte o a la diosa Minerva. Se conservan el brazo derecho y varias piezas de la armadura, como la cimera del casco, tres launas y dos lambrequines. Las urnas de Poza de la Sal destacan tanto por su original forma como por su repertorio decorativo, que incluye motivos astrales, vegetales, animales y arquitectónicos. |
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