Contra el ultraformalismo que caracterizó la etapa epigonal del movimiento moderno, los avances de la abstracción pictórica en las tres últimas décadas se han dado, fundamentalmente, alrededor de cuatro frentes: primero, como era previsible, en un movimiento de reacción que se lanzó a explotar las fallas estructurales del hasta hace poco hegemónico sistema greenbergiano; segundo, ligado a éste, dentro del campo de la recombinación de modelos paradójicos, algo que amplió sobre todo el espacio semántico, con la incorporación de registros inéditos para la abstracción moderna: motivos decorativos, patterns, iconografía, señalética, referencias figurales, etcétera; tercero, en la hibridación-expansión del campo pictórico hacia otras disciplinas o medios, como la instalación o el vídeo, con un fuerte efecto de retombé neobarroca; por último, respondiendo con un movimiento de repliegue desapasionado, intelectualizado -y aunque metalingüístico con aparente voluntad de ir más allá de la pura tautología-, que recreaba la referencia a los momentos clásicos del ideario modernista donde la abstracción había alcanzado sus cotas más altas dentro del ideario moderno, como el expresionismo de corte espiritualista, la geometría normativa y la abstracción lírica, fundamentalmente.
En el siempre abierto territorio de este último apartado, encontramos nombres de reconocido prestigio internacional, como los de Sean Scully, Günther Förg o Imi Knobel, por poner tres ejemplos de relevante importancia para quien aquí nos ocupa, siendo quizá también a la postre el más conveniente para inscribir la pintura "fronteriza" de Sanz de la Fuente, como señaló en su día Javier Hernando: "sustentada en el encuentro entre una tensión puramente gestual y la definición de unas formas alusivas dentro de lo objetual". Por su parte, también Fernando Castro Flórez observó cómo las suyas son "imágenes que circulan dejando tras de sí, en primer momento, el signo de su ausencia en el lugar de donde provienen".
Límite y vacío, pues, para una pintura que ha hecho de su firme defensa el propio tema, su razón de existir. Hoy, ante el avance interno de esas nuevas fuerzas que parecen conmoverla, la plaza se estremece, de la médula al limes vigilado por lo que en su día llamé la "urbanidad" de Sanz de la Fuente. "Hay cosas -decía Lorca- encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo". Aunque también es cierto que me parece previsible que todo esto sea sólo el arranque de un movimiento controlado que avanza, que invade y que propondrá nuevos sistemas de equilibrios a la república de su pintura. En cualquier caso, cabe prever que, aunque sólo sea por la tan perfilada personalidad de su autor, el resultado sea el buen gobierno de lo que se trae entre manos. Mientras, no puedo sino recomendarles vivamente que disfruten con esta obra reciente suya donde lo inédito de las novedades se compensa, una vez más, por el espíritu de mesura y hacer cabal de siempre en este hombre. Que lo disfruten.
Óscar Alonso Molina
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Obra de "El jardín entre rejas"
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